Sobre ciertas cuestiones

Ponte a pensar en cómo somos. Lo absurdo que a veces resultamos.

Sin un vaso de agua en la mesilla y unas gotas nasales producto de una antigua rinitis crónica, no duermo. Aunque no las necesite.

Está la amiga que tiene que lavar los platos justo al terminar de comer fastidiándote sin contemplación una sabrosa y relajada sobremesa.

– No, pero sigan conversando.

– Hombre, la idea es hacerlo todos y después recogemos.

– Es que los tengo que lavar al terminar.

………….

O el chico que tiene que empezar a trabajar poniendo una determinada canción de fondo porque le da suerte.

El chico es mi chico, que parece familia de Rafa Nadal.

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Rafa Nadal alineando las botellas de agua

El amigo que al ducharse se frota fuertemente con un dedo diversas partes del cuerpo porque si no rechina no se siente limpio.

La amiga que solo hace pis en su casa o en casas de amigos porque no puede ir a lavabos públicos.

Quien limpia el baño ahogándose a punto de un ataque de asma con toda la lejía que echa porque si no, no está limpio.

Esa soy yo 😀

La persona que a su vez pregunta que edad le cuentan cada vez que alguien lo quiere saber. Bingo.

Y el problema no es que te lo pregunte la preadolescente que quiere aparentar más edad porque está desesperada por crecer y no sabe que pronto tendrá ganas de volver a ser la joven que preguntaba.

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El problema es la cara de lel@ que se te queda cuando a un adulto te repregunta ¿qué edad me echas?

La culpa es tuya que te interesas por sus años. Aunque hay casos en los que te viene a bocajarro sin comerlo ni beberlo.

¿Qué edad crees que tengo?

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Tu cara cuando te preguntan

Y tú piensas me parece que tiene X años pero no se si son menos en realidad y voy a meter la pata y se va a sentir mal porque l@ estoy llamando viej@ y no es plan sentirnos ahora incómodos cuando lo estamos pasando bien en este bar y no quiero quedar mal pero cómo me pregunta eso y entonces mejor tiro pa’ abajo y así me evito el problema y él/ella queda content@ con mi respuesta.

Y la cifra que has dicho es tan baja que es imposible creérsela. Y a él/ella le queda la misma cara que si le hubieses contado muchos años más de edad y tú mientras te sientes igual de incómodo. Y hazte a la idea de que la escena se va a repetir a lo largo de tu vida.

Porque desde que nacemos nos van diciendo directa o indirectamente que la etapa dulce de la vida es la joven y nos lo van repitiendo la publi, los viejos y los jóvenes para terminar obsesionados con parecerlo.

Juventud, divino tesoro.

Y viene el botox y el no botox pero queriendo siempre aparentar un poco menos de los amaneceres que llevamos encima porque es genial verte joven y que los años no pasen por ti.

Entonces preguntamos qué edad crees que tengo y nos exponemos a recibir una respuesta que no nos gusta. Y respondemos a qué edad creemos que tiene y vivimos un momento de tensión porque no queremos hacer sentir mal a nadie si estamos en una conversación trivial en un momento trivial.

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¿Por qué a mí?

Y así es como se crean las situaciones violentas.

Pero no pasa nada, porque como la respuesta sean cinco años menos tu ego estará tan contento que valdrá la pena el esfuerzo. Da igual el momento trágame tierra del interpelado.

Y todo esto lo he pensado a raíz de un comentario que hice en un post sobre la cara que ponemos cuando nos regalan algo que no nos gusta.

Así somos de absurdos. Pero qué le vamos a hacer.

Hábitos

Me encanta observar a la gente. Preguntarles. Ver sus gestos. Ponerme en sus lugares para entender sus puntos de vista desde sus puntos de vista. Comprender los infinitos matices que tenemos cada uno y que nos hacen seres únicos e irrepetibles. Esos pequeños gestos que revelan nuestras rutinas, los recovecos que esconden nuestras luces y sombras, los detalles que provocan que cada uno seamos pequeños cofres con muchos compartimientos que nunca terminamos por descubrir, ni siquiera el propio. Eso me recuerda algo que he pensado otras veces, que cuando vez a una persona en su entorno familiar entiendes más sobre su forma de comportarse en algunas situaciones. Pero eso ahora no viene al caso.

Mi trabajo en el restaurante me permite de sobra practicar este pasatiempo. En un espacio reducido (nuestro local es pequeño) veo pasar a unas cuantas personas cada día, obviamente no converso con todas, solo con algunas hablo, las que vienen con frecuencia y tienen apertura para la conversación, con otras solo cruzo las palabras necesarias, pero si vienen a menudo las veo. Y me resulta fascinante lo complejo que somos.

Tengo por ejemplo una clienta que trabaja en una gran empresa… desde hace más de 20 años, una cosa que para mí es inconcebible en ella resulta natural. Conversamos mucho sobre muchos temas  y me identifico con ella en su no-ganas de reproducirse. Por lo que me cuenta siempre tuvo claro que no quería hijos y que prefería aprovechar la vida en viajar y otras cosas, y su marido no tuvo problemas. Actualmente es una guapa mujer madura que parece muy a gusto con su vida, con hábitos establecidos incluso hasta en los tiempos de vacaciones. Yo, que soy caótica para algunas cosas y no he durado más de dos años en un trabajo la veo y me impresiona.

Hay otra chica, de unos 40 y algo, que actualmente está sin trabajo. Es una mujer muy distante, con una actitud bastante apática la mayoría de las veces, tanto, que cuando comencé a tratarla como clienta me molestaban sus formas de pedir las cosas, siempre con desgano y como si nada le gustara. Luego con el tiempo vi que hay días en los que llega más dicharachera, y su cara pasa de apagada a verse incluso más jovial y luminosa cuando sonríe, además de que alguno de esos días me ha contado cosas de su vida personal así sin más. Tengo la sensación de que es una chica con muchos altibajos anímicos (como yo) y de que es buena gente,  simplemente tiene un carácter especial.

Luego hay un señor de edad madura que trabaja en una gran empresa. Se considera de derechas, y me ha contado varias veces que cuando Franco gobernaba España el país era una gran potencia a nivel mundial en no sé qué renglón, creo que el textil, no me acuerdo. Y si alguien le dice algo del PP su argumento es: Y los del PSOE?… Me impresiona porque para mí hablar de las ventajas de una dictadura es algo aberrante. Pero supongo que en su cabeza sus razones serán justas para creer lo que dice.

Pero de todas las personas que observo, los que más me gustan son un grupo de «chicos» que me resultan sencillamente fascinantes. Son 5 jubilados (a veces 6 o 7), antiguos miembros y activistas del Partido Comunista español, de los que lucharon en la clandestinidad y algunos incluso vivieron un tiempo exiliados. Hoy son 5 señores, varios de ellos abuelos, que luego de su actividad política se convirtieron  en emprendedores, asesores de grandes empresas, y ahora viven una feliz jubilación económicamente hablando. Cada vez que se reúnen establecen diferentes temas para discutir sus opiniones, y se turnan para hablar mientras comen y juegan al mus después. Pueden conversar igual sobre los principios que promulgaba Nietzche, lo mal nacido que era Einstein como padre y marido o el capitalismo en las clases obreras del siglo actual, van saltando de un tema a otro y con cada uno sostienen largas diatribas en las que incluso llegan a discutir acaloradamente. Unos tipos cultos sin duda, que se respetan entre ellos aunque en ocasiones se alcen la voz por desacuerdos ideológicos o la jugada que han hecho con las cartas, pero son amigos del alma. A mí me encantaría tener tiempo para sentarme solo a escucharlos, aunque me fastidie un poco cuando me dicen que en Venezuela el chavismo ha logrado avances en la sociedad, porque soy contraria y lo considero incoherente viniendo de ellos que tienen tantos conocimientos, pero imagino que que por sus pasados políticos mirarán con buenos ojos el supuesto socialismo de mi país. Aunque no hayan vivido nunca allá.

Si es que las personas damos para miles de historias. El otro día tuvimos un cumpleaños que comenzó a las 2 de la tarde y terminó aproximadamente a las 12 de la noche. Como hacía buen tiempo los invitados siempre estuvieron fuera en la «terraza» (un barril para apoyar la bebida que tenemos en la entrada), y ya cuando eran más o menos las 8 de la noche el jaleo que tenían con tantas copas era bastante gracioso. En un momento dado hicieron una especie de pasillo en la acera y vitoreaban a cada persona que pasaba. Unos los miraban mal, otros seguían la guasa, y en una de esas que los miré vi que había un chico nuevo en el grupo hablando con ellos. No le presté mucha atención porque estaba ocupada, pero al ratito me llamaron, y el chico que no había visto antes , que llevaba lentes de sol puestos a las 8 de la noche, se los quitó para mirarme (tenía los ojos enrojecidos), sacó de su cartera un billete de cien euros y me dijo: ponme una cerveza y ponle a ellos lo que quieran. Los otros empezaron a aplaudirle. Yo no entendía nada. Les llevé las bebidas y, como a los anfitriones del grupo los conozco porque son amigos de mi chico, le pregunté a ella quién era el tipo, – ni idea, me dijo, pasó, lo jaleamos y se quedó con nosotros. Nos dijo que firmó los papeles del divorcio ayer y ahora está en fase de todo… Me dio pena. Aunque no se veía muy consciente de lo que hacía, no sé si por droga o alcohol, tuve la sensación de que buscaba desesperadamente compañía.

Podría continuar contando pero creo que alargaría demasiado esta entrada.

Después hay quien dice que las cosas son blancas o negras…

Música de matices y circunstancias para cerrar, Up, una de las bandas sonoras que más me gustan.

Google

Sábado por la tarde

Mi forma de caminar varía en cada ocasión, depende de los zapatos que lleve y/o de mis estados de ánimo, en ocasiones parece que fuera de puntillas, otras veces es un paso grave, otras piso pero estoy distraída, y en algunas me contoneo más. También varía el lugar en el que esté. Ayer en el trabajo por ejemplo, me levanté de mi escritorio para ir al baño, y noté con sorpresa que en ese sitio me encuentro más segura al caminar, como cuando me siento guapa y voy a bailar salsa o cuando sé que estoy siendo observada por alguien a quien le caigo bien o le gusto. Incide también la energía que te aporta la gente… no entendí entonces el porqué de esa sensación en el trabajo puesto que acabo de llegar y creo que allí cada quien va a lo suyo. Sigo sin entenderlo ahora, aunque también es cierto que estas son mis percepciones, porque realmente no sé si otras personas se fijan en esas cosas.

A mí me resulta interesante mirar el caminar de la gente, me fijo intuitivamente en ello. Hace poco conocí a alguien que otras personas califican de huraña y antipática. Hemos hablado un poco, pero en principio no me causa rechazo, aunque sí es cierto que le percibo distante. Me he puesto a observarle y no sé si detrás de esa supuesta antipatía hay alguien sinceramente asocial, que no quiere establecer relaciones personales porque no le gusta la gente, o es alguien tan tímido que tiene problemas para establecer conexiones.

El caso es que tengo esa percepción con esta persona porque entre otras cosas, camina jorobado, de forma huidiza, y cuando se para tiene muy mala postura (una C cuando lo miras de perfil). Es lo fascinante del lenguaje del cuerpo, aunque sea una neófita en el tema. Hace dos días en la oficina llegó el jefe jefazo, procedente de París, hizo una reunión para todos los empleados… en francés (y yo qué pinto ahí???), como no entiendo ni jota me puse a pensar en mis cosas y luego a observarlo:  al ser una empresa tan joven y en el sector de internet el ambiente que impera es rollito cool, entonces los puestos jerárquicos son cercanos; este chico también practica esa intención, pero al no entenderle lo que hablaba me fijaba en su lenguaje corporal, y a mí me decía «quiero que vaya todo bien, me siento bien aquí, pero soy un poco cortado y esto me intimida un poco». Que por qué percibí eso??? brazos cruzados mientras hablaba y piernas semiabiertas apoyando el peso completamente en una de ellas, cuando abría los brazos entonces eran las piernas las que cruzaba como haciendo un nudo, miraba en uno o dos puntos solamente aunque estaba rodeado de un numeroso grupo de gente. En fin, que el tío podrá ser un crack en negocios informáticos, pero de desenvolvimiento  en público no tiene ni idea, o por lo menos eso era lo que me decía su cuerpo.

Y a todas estas, yo para qué estoy escribiendo sobre esto?? ah! porque son cosas que he pensado otras veces, pero de manera aislada, y hoy es sábado por la tarde, y no tengo mucho qué hacer porque no tengo un duro, y decidí que en vez de estar preocupada en casa mejor salía a caminar, y me dio por observar y pensar todo esto…. vi gente paseando de sábadoporlatarde; también me encontré una humareda en una esquina, y en eso llegaba el camión de bomberos, y resulta que se estaba incendiando… un contenedor de basura. Y se bajaron cinco hombres (5!!) para abrir el fulano contenedor y echarle agua. No podían apagarlo los vecinos y no tener que hacerles dar la carrera a esos muchachos para esa nimiedad?????. Luego pasé por una cafetería muy chula, con fotos en todas las paredes de la Barcelona de principios del siglo XX, y regentada por un asiático. Me resultó exótica la combinación y entré. Me encantó el sitio. Allí me pedí un café que estaba buenísimo y empecé a escribir estas líneas.

Divagaciones en crisis

(Escrito el 22 de mayo de 2010)

La razón por la que no duermo bien últimamente es que llevo siete meses sin trabajo, y no estoy acostumbrada a esto. Trabajé hasta octubre del año pasado en Mallorca, en un ballet de flamenco, se terminó el contrato y me vine decidida a cambiar de rumbo. Y no es que me fuera mal allí, pero seguía sintiendo que por ahí no iban los tiros, que eso no era lo que yo quería en mi vida: bailar unos meses en un sitio, luego otros meses en un barco para otro lado, luego otros meses a otro sitio y así sucesivamente. Me gusta mucho viajar, pero me gusta mucho estar en casa, extrañaba a mi chico.

Entonces decidí que quería retomar en serio el periodismo, que fue lo que estudié, lo malo es que mi decisión coincidió con la bendita crisis de las narices, y aquí estamos. Desde que volví me puse tensa y comenzó mi insomnio, y ha sido un largo camino. Y aunque se me ha hecho muy difícil (¡burda!) ahora que miro las cosas con perspectiva pienso que ha sido interesante, porque las noches en vela han hecho que me observe, que viera cómo son mis reacciones, y eso me permite conocerme mejor y aplicar así alguna táctica diferente…  esto sí que es producto de los 30, ahora tengo la serenidad suficiente para poder observarme, a los 20 ni de lejos lo hubiese hecho
En estos días duermo un poco mejor, un poco, pero voy mejorando, se me ha quedado la buena costumbre de meditar por las mañanas, y el desempleo ha hecho que me planteé establecer proyectos propios, y este blog es uno de ellos, y aunque hasta ahora no se lo he mostrado a nadie, (éstas sí que son ganas de escribir) muy en el fondo no pierdo la esperanza de que alguien por casualidad lo lea y se sienta identificada conmigo, ¿vanidad? no sé, no sé si hay un poco de eso, pero si de querer sentirme acompañada.