La lista de propósitos de año nuevo. Uff, nos la hacemos, corta o kilométrica, nos autoprometemos el 2 y el 27 de enero ya se nos olvidó, caemos de nuevo en la rutina del quehacer diario y ya está. ¿Para qué tanta promesa si es tan poco responsable?
Me puse a pensar en la lista a raíz de un post que leí en un blog sobre empleo y desarrollo personal que sigo llamado Zumodeempleo, lo escribe una chica encantadora llamada María Luisa, y me encanta por su lenguaje llano y sincero. Uno de los puntos que mencionaba era aprender idiomas. Mi deuda pendiente año tras año.
Y no es que no lo intente, tengo una base de inglés y lo entiendo un poco, ahora se supone que estoy haciendo un curso a distancia… lo pago cada mes y no he pasado del primer libro, no tengo disciplina.
Lo ideal en mi caso sería irme unos meses a un lugar de habla inglesa porque así me obligo a hablar, pero ahora no tengo tiempo ni dinero para hacerlo, entonces tengo que buscar una solución que sea real, y no una que prefiera olvidar el 27 para no acordarme de que no la voy a cumplir.
Los otros propósitos son más plausibles: empezar a buscar clientes freelance como redactora, viajar a Venezuela y Nueva York.. no sé del todo si los voy a cumplir, pero si sé que voy a hacer todo lo posible por lograrlos.
La vaina, como se dice en mi tierra, es con el inglés…
Incluso he pensado en la opción del pueblo que existe en no sé qué parte de España en el que solo se habla el idioma, aunque me han dicho que es bastante caro.
Pero quiero cumplirlo, y creo que por eso estoy escribiendo sobre esto, porque contárselo a otras personas es una manera de comprometerme, y como tiendo a ser un poco histérica, me va a pesar el compromiso público al final del año si no lo llevo a cabo…
Si tienen ideas son bienvenidas, porque aún no encuentro método…