Simple

Hace unos días murió un compañero de clases de la universidad. Se fue a dormir tranquilamente y durmiendo le dio un infarto. Y ya. Estaba reunido con unos vecinos tomándose algo porque era viernes por la noche y se fue a casa a descansar. Se acostó a dormir porque era lo que tocaba  y ya no amaneció en este mundo.

Y la única idea que se repite en mi cabeza es la de qué frágil es la vida.

La vida que cambia en una cena al llegar a casa como le pasó a Joan Didion. La cena en la que estaba sirviendo la ensalada sentada a la mesa con su marido cuando de repente lo miró y le notó la expresión diferente porque en realidad se estaba yendo. La historia que cuenta en ese libro que he intentado leer en dos ocasiones y que después de algunas páginas he tenido que dejar porque conecto más de la cuenta.

La muerte que es inevitable pero no sabemos asimilarla.

Es demasiado compleja para nuestro cerebro. Demasiado dura y misteriosa y desconocida, aunque no vayamos a salir de aquí de otra manera.

La muerte es la cuenta pendiente que se nos entrega al nacer. Y es la única deuda que nunca nos enseñan a saber pagar para que no sea tan difícil enfrentarse al cobrador.

El negro -así lo llamábamos entonces y ahora- se acostó a dormir y ya no estuvo más.

Así de simple.

Yo en un año me quedé huérfana de madre y padre. Así de simple.

Tan simple que abrasa.

 

simple-diario-de-una

El aviso

PD: Este relato no es nuevo, lo publiqué el sábado pasado unos minutos antes del post de Seven Things… y no sé qué pasó pero no le llegó a todos… y, ¿qué quieren que les diga?? me hace especial ilusión que me lean los relatos y me hagan críticas (soy nueva en esto de «echar cuentos» 🙂 )

Y la carta final, la del medio, fue la Muerte.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, ¿por qué esa imagen tan macabra para rematar el juego de cartas? Todo había ido bien, las dos barajas de la izquierda, el presente, una vida armoniosa y una figura masculina a mi lado en la imagen de un papa, por supuesto, pensé de inmediato en él, qué otra persona si no; luego los naipes de arriba, el futuro, y el emperador… a Marie, la francesa tarotista que me leía le extrañó, era una figura imponente y fuerte, que podía tener varias interpretaciones. En las del amor, las de la derecha, todo pintaba bien, mucho cariño en mi vida, alguien que me cuidaba y me protegía, que estaba pendiente de mí… siempre en versión masculina. De penúltimas, las de abajo referidas al trabajo, un cambio próximo, que me puso contenta porque era lo que estaba buscando en ese momento, aunque él siempre me decía que no, que para qué el traslado. Que mejor estar unidos y juntos.

Luego vino la última carta, la del medio, la de la Muerte. Marie me miró con cara de circunstancia, me dijo no, no tiene por qué ser algo negativo, la carta de la Muerte también significa un cambio profundo, un traslado de estado, un renacer… que no tenía que hacer una interpretación literal.

Me quedé tranquila entonces. Pero cuando llegué a casa y él me esperaba furioso porque me habían llamado de la empresa donde hice la entrevista para decirme que me daban el trabajo que tanto quería en la costa, y me puso las manos en mi cuello y me repetía que no me iba a ir lejos de él mientras me ahorcaba comprendí…

La carta no era una metáfora

Safe Creative #1208112107962

El aviso

Y la carta final, la del medio, fue la Muerte.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, ¿por qué esa imagen tan macabra para rematar el juego de cartas? Todo había ido bien, las dos barajas de la izquierda, el presente, una vida armoniosa y una figura masculina a mi lado en la imagen de un papa, por supuesto, pensé de inmediato en él, qué otra persona si no; luego los naipes de arriba, el futuro, y el emperador… a Marie, la francesa tarotista que me leía le extrañó, era una figura imponente y fuerte, que podía tener varias interpretaciones. En las del amor, las de la derecha, todo pintaba bien, mucho cariño en mi vida, alguien que me cuidaba y me protegía, que estaba pendiente de mí… siempre en versión masculina. De penúltimas, las de abajo referidas al trabajo, un cambio próximo, que me puso contenta porque era lo que estaba buscando en ese momento, aunque él siempre me decía que no, que para qué el traslado. Que mejor estar unidos y juntos.

Luego vino la última carta, la del medio, la de la Muerte. Marie me miró con cara de circunstancia, me dijo no, no tiene por qué ser algo negativo, la carta de la Muerte también significa un cambio profundo, un traslado de estado, un renacer… que no tenía que hacer una interpretación literal.

Me quedé tranquila entonces. Pero cuando llegué a casa y él me esperaba furioso porque me habían llamado de la empresa donde hice la entrevista para decirme que me daban el trabajo que tanto quería en la costa, y me puso las manos en mi cuello y me repetía que no me iba a ir lejos de él mientras me ahorcaba comprendí…

La carta no era una metáfora

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En 30 segundos

…Nos negamos a comprender que nuestra vida es transitoria, que vamos ganando en historias mientras envejecemos y se nos va la energía, malgastada en cada situación, en cada hecho cotidiano. Y vienen comienzos, nudos y desenlaces como en los cuentos y las novelas, pero nos negamos, nos negamos a aceptar lo que hay, incluida la felicidad, y el desenlace esta ahí pero seguimos aferrados al nudo porque más vale aquello que conocemos, y la vida va transcurriendo y nos vamos desgastando y nos convertimos en autómatas porque es lo que nos queda antes de tomar una decisión, y luego hay tanta tristeza que mejor eso que abrir los ojos…
Es que nos creemos eternos, tan simple como eso