Mi vida con un friki

La realidad a veces se parece a la ficción.

Tengo un novio fanático del deporte, que está obsesionado con el basket. Cuando el Estu (equipo de basket de primera división para el que no sepa) bajó a segunda (aunque ahora parece que no va a bajar porque la crisis también llegó a la ACB) se le salieron las lágrimas por la tragedia vivida. Cuando la Eurocopa estaba en curso me fue a ver a Barcelona, un día fuimos de cena romántica, pero el anterior la salida consistió en ir a un bar a ver un partido de fútbol. Yo aproveché para leerme el periódico.

Y no es por ser antipática, es que ya lo he dicho, no me interesa el deporte, ni las competencias, ni si Nadal está lesionado y no podrá llevar la bandera de España (lo siento por el chico, pero no me preocupa el asunto), si Kaká pidió que lo vendieran o lo trasladaran o como se llame… ni siquiera si Pastor Maldonado gana una de esas aburridas carreras de la F1, aunque luego me despierte el orgullo nacional escuchar el himno de mi tierra en el podio. Me da igual.

Sin embargo, la cuestión de mi chico llega a tanto que él y sus amigos tienen un pequeño equipo de baloncesto y juegan cada semana en Madrid. Ellos, treintones como yo, padres de familia la mayoría, han formado un grupo en el whatsapp donde entablan interesantes discusiones baloncestísticas a cualquier hora, incluida la jornada de trabajo (por razones lógicas no voy a dar nombres porque los despiden).

Un viernes por la noche para ellos puede desarrollarse de la siguiente manera:

– Fulano: Creo que nunca hemos hablado a fondo de la importancia de Fede Ramiro en el baloncesto moderno (un tipo que se retiró en el 94)

– Mengano: Del Mayoral ??

– Sutano: No, del Caja de Ronda

– XX: También jugó en Salamanca

– Mengano: Quinteto?

– Fulano: Ramiro, Grau, Vecina, Braun y Arlaukas (Nombres de los jugadores)

– Mengano: Ostia! Braun? y los hermanos Smith?

– XX: No, esos eran del Mayoral

– Otro XX: Mengano, parece mentira que confundas Mayoral con Caja de Ronda…

Y así.

La conversación por lo general sigue interminablemente mientras uno está en una reunión de negocios, el otro le cambia el pañal a su bebé, cocina, está viendo la tele con su mujer, etc;  llegan a puntos tales como en cuáles olimpiadas ha habido un mayor número de basketbolistas llevando la bandera  española, o que Yao Ming ha sido el abanderado más alto de la historia…

Al lado de ellos creo que Sheldon Cooper y compañía, de Big Bang Theory, son gente bastante corriente.

Ahora con las Olimpiadas está superemocionado, y también preocupado sobre cómo hará para compaginar su tiempo cuando vaya a verme entre estar conmigo y las competencias.

No pienso pasar el tiempo viendo Londres 2012.

Para que no haya quejas, trato de acompañarlo de vez en cuando en su afición. Y que nadie diga nada. Hoy lo acompañé estoicamente a las ¡2.30 de la tarde! bajo un inclemente sol madrileño, a tirar canastas. Y ya se me podía ver a mí, con la cabeza literalmente ardiendo, poniendo el brazo derecho en un ángulo de 90 grados, flexionando las piernas para coger impulso e intentando coger el balón con la yema de los dedos y no con las uñas como hago (es que soy mu femenina)  para encestar.

Por cierto, me contó que Drazen Petrovic no dejaba de practicar canastas hasta que no completaba las 500. Para el que le interese.

Luego nos fuimos a tomar una cañita, y todos contentos. Ya me lo llevaré yo a un espectáculo de danza. Es el arte del negocio en las relaciones.

Caravacadeportesvarios.blogspot.com

Es solo un partido

En un juego de basket puede representarse toda una sociedad. Yo no suelo ser espectadora de deportes, pero en esto del arte de las negociaciones en las relaciones de pareja  a veces me toca asistir a partidos de baloncesto en Madrid. Quizás por eso lo observo todo con la curiosidad del recién llegado.

En el cuadrilátero que conforma la cancha confluyen todas las ansiedades del público que asiste (menos yo, claro). Siempre me pregunto si eso no pondrá nerviosos a los jugadores, yo creo que me pondría histérica con tanta presión externa, no soy tan competitiva…

Los jugadores juegan y la gente los aplaude, les grita, lo vitorea, los anima. Poco a poco vas sintiendo la energía arrolladora que emerge en todo el lugar cuando el equipo de casa va ganando.

En los descansos sobrevuela un minidirigible publicitario anunciando el seguro Asefa, mientras que en una pantalla gigante rodeada de carteles de Coca-Cola se anuncian una y otra vez patrocinadores como la autoescuela Lara, cuyo coche invade hasta el carro de la famosa estatua de Neptuno de la ciudad; una Air Europa que aplica un buen golpe de efecto al poner como imagen a Leo Messi, Paz Vega y mi queridísimo Alejandro Sanz; por no hablar de la pantalla que bordea la cancha con el rostro de Rafa Nadal cada no sé cuántos minutos anunciando Kia, al igual que los shorts del equipo local (Estudiantes) con el logo del metro de Madrid… en total, mas de 10 marcas publicitándose simultáneamente intentando que por lo menos alguno piquemos con la excusa de un juego. Un juego que representa el deporte. El deporte que significa vida sana para las personas, alejamiento de peligros para los jóvenes. Y como es algo sano es bueno verlo. Al igual que la publicidad.

Y como colofón, un grupo de profesores en la tribuna superior con las ya conocidas camisetas verdes como elemento identificativo  protestando por los recortes en Educación, presencia que la hinchada del Estu (la famosa Demencia entre sus seguidores) aprovecha para gritar «Esperanza, hija de puta» (presidenta de la Comunidad de Madrid) a lo que los profes contestan con aplausos eufóricos…

La sociedad misma a propósito de un juego.