Volver

Y pasan lo días y la libreta sigue en blanco. El bolígrafo se queda suspendido en mi mano, esperando que lleguen a mi cabeza las palabras que nunca terminan de aparecer. En cambio me voy distrayendo pensando en la tarea que tengo pendiente para mañana, la conversación con mi amiga del día anterior, las vacaciones que anhelo con ansia tener y que no sé si podré.

Pienso entonces que es el formato, «voy a intentar escribiendo directamente en el blog», decido, y el lápiz y la libreta sobre la mesa sentada en una silla son sustituidos por la portátil y el sofá. Comienzo redactando la primera idea que se me viene a la cabeza y que es la que me ronda desde hace semanas, me duele mucho tener tan abandonado el blog… Y luego vienen tres frases más conectadas forzadamente porque en realidad no se leen fluidamente. Cuando se escribe la lectura de lo escrito debe fluir, las palabras y las frases  deben sonar en la cabeza o en la boca si se lee en voz alta de forma armoniosa, sin sentir que hay saltos extraños o interrupciones que rompen el ritmo de la lectura. Sí, ya sé que esto es bastante subjetivo, pero para mí es una norma básica: debo sentir que lo que escribo se lee fluidamente, aunque solo me guste a mí.

Y ahí sigo, en blanco. Vuelvo al lápiz y al papel, a ver si esta vez si… pero al final me rindo y me voy a la página web en la que veo esas series de televisión ligeras y sin complicaciones que me gustan y que simplemente me hacen reír, y no pensar. No sé por qué estoy así, pero con frecuencia no tengo ganas de pensar mucho. Se supone que las cosas van bien, mejorando,  aunque estoy cansada mentalmente. Mi ritmo de vida es tan rápido que no da para pensar mucho. Aunque en algunos aspectos esté reflexionando más que nunca, como en las diferentes ideas que se me vienen a la cabeza para escribir en este blog últimamente, o los ejercicios de meditación que hago para aprender -de nuevo-  a desconectar del día cuando voy a dormir y entregarme a la noche. No quiero hablar mucho sobre el tema porque soy supersticiosa y siento que se perderá el efecto, pero estoy mejorando. He logrado incluso dormir bien en días en los que tengo mil cosas en la cabeza, cosas por hacer y cosas que me inquietan, y al final logro desprenderme de ellas y elevarlas a fin de que se evaporen en algún sitio para luego retomarlas al día siguiente. Como antes. O como cuando era niña y me concentraba de forma natural en cada momento de mi vida: ahora juego muñecas, ahora como, ahora me peleo con mi hermanito, ahora duermo.

Nos echamos a perder al crecer y después queremos volver al inicio.

Necesito unas vacaciones.

Vacaciones, MAdrid, verano

 

11 comentarios en “Volver

  1. Siempre es bueno saber de ti a través de tu blog, así q no dejes de escribir. Que tengas un bonito día y recibe mis saludos desde el oasisdeisa.wordpress.com

  2. Si te sirve de consuelo, yo también me pongo un pelín nervioso los días previos a la fecha de mi publicación prevista previamente. Yo siempre escribo (o manuscribo, más bien) creando un archivo que dejo guardado antes de publicarlo el blog y siempre noto mi subidón de adrenalina cuando pulso el botón final que pone mi historia a disposición de quien decida leerla o cuando hago la mención correspondiente en Facebook.
    Ni que decir tiene que no todas mis jornadas son iguales escribiendo. Hay días que mi imaginación o mis memorias fluyen a borbotones, con naturalidad, fluidez, sencillez, facilidad. Pero también hay otros que creo que no sería capaz ni tan siquiera de transcribir lo ya escrito por otro.
    Me parece que la escritura es nuestra droga. Emocional, sana, voluble, inclasificable, droga buena en todo caso para los que amamos tanto la lectura como la escritura.
    Disculpa si te molesta este comentario tan largo, pero es que como en casi todos tus artículos, en éste hablas del día a día más cotidiano e interesante para mí.
    Saludos!

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