Relato de un final

Anoche fue mi último paseo, me pasé el fin de semana disfrutando momentos y personas. Habíamos quedado en el Raval

Caminamos de nuevo por Joaquín Costa para comer los mejores perros calientes de Barcelona en The dog is hot

Y luego terminar en la rambla del barrio para tomar una cañita. Me encanta esta rambla, es amplia, con palmeras y totalmente multicultural, como la zona.

Después, las últimas lágrimas de despedidas de mi experiencia en Cataluña… es lo que tiene ir por la vida conociendo gente hermosa…

Decidí entonces regresar a casa caminando, quería respirar la noche de la ciudad. Me fui por las Corts Catalanes hasta llegar al paseo de Gràcia, saboreando cada edificio y mirando la luna llena que empezaba a menguar, y cada detalle, cada iluminación.

Luego crucé en Rosselló y volví a atravesar la Diagonal, tan lucida, con sus islas peatonales y carriles, su iluminación baja y cálida que tanto me gusta, y siempre prestando atención porque cruzar la Diagonal me desorienta respecto al resto de las calles. La ubicación no es lo mío.

Me detuve a mirar otra vez el edificio que hace vértice  una vez cruzada la avenida, nunca supe el nombre y no pude tomar una foto porque no tenía flash.

En Roselló bordeé Gràcia, el barrio que parece un pueblo urbano, con sus plazas, sus callejuelas, sus tiendas únicas y su identidad. Llegué a Sant Joan y sonreí, son preciosos sus bancos, zonas de juegos infantiles, canchas de petanca (bolas criollas para mí) y la escultura de Caperucita Roja y el Lobo que tanto me gusta.

Subí hasta mi calle, Industria, y llegué por última vez a casa. Al día siguiente sería mi última visita a La Barceloneta,

Mi último rodeo a la Sagrada Familia y mis últimas nuevas fotos al templo, no sé cuántas he hecho ya…

Se terminó la etapa…